He tenido abandonado este blog. Pero no significa eso que he abandonado la blogosfera. Las exigencias académicas y la situación política reciente me han hecho migrar a otros proyectos no menos importantes que este. INcorporación y ProMedio han ocupado mis pocas horas libres.
Hoy les traigo a modo de pre-despacho, un cuento escrito hace algunos años por una querida amiga venezolana radicada en Punta Cana. "Maullidos" desnuda a su autora en una suerte de reflexión maternal inspirada, según ella misma, en el embarazo de mi esposa. Espero que les guste. A mi me atrapó desde el primer momento.
Maullidos
La gata de mi novia está perdida. La última vez que supe de Berta escuchaba sus coquetos maullidos por debajo de la cama, metida entre los viejos suecos de color beige tirados en el fondo.
Primero pensé que se trataba de su malcriada manía de dormir al lado de su dueña. O tal vez esa rara costumbre de comer yogurt de fresa con hojuelas de maíz que solo es capaz de aceptar de las manos de su muy apreciada madonna. Seguro no la vio en casa y salió a buscarla.
Hoy me invade la preocupación ya que muy pronto tengo que rendir cuentas de sus actos a la poseedora de sus mimos y malacrianzas, y la verdad no sé que respuesta darle, ya que aparentemente no fui lo suficientemente responsable para cuidarla.
A veces me pregunto ¿Que tanto habrá visto y oído entre estas cuatro paredes sus muy entrenados y felinos sentidos? ¿Cuantas escenas de sexo y entrega, cuantas noches apasionadas y veladas intensas llenas de pasión? Quizás, sigilosamente se robaba los últimos restos de sushi o de pizza y revolcaba su tersa pelambrera entre las sabanas de seda llenas de fluidos corporales y carmín. Quizá conocía cada una de las discretas amantes de mi novia. O lo más seguro es que observaba con indiferencia, mientras acicalaba parte de su cola, cómo entre la sombra de velas y sándalos la dueña de su alimento para animales vestía su piel de cuero y maya y se convertía en la más diestra manipuladora del consolador.
Me imagino que el hastío y el calor del tejado hicieron mella de sus caminatas nocturnas y nuevos senderos esta vez quiere recorrer.
El vecino me ha dicho que entre las viejas cajas de zapatos de su esposa encontró la dulce escena de una camada de mininos, y Berta muy orgullosa hacia gala de sus nuevas siliconas.
Esto en cierta forma me hizo respirar tranquilamente ya que no seré portadora de malas noticias a la abuela de sus hijos ¿Pero como decirle que en esta nueva etapa ya no podrá contar con su mirada discreta y felina? ¿De su pasmosa tranquilidad entre gemidos de placer? ¿De sus sexuales estirones cuando ella indiferente sale desnuda de la ducha? Ya no será lo mismo ya que Berta sentirá de otra forma. Ya no querrá mas ser testigo de lo que hasta ahora ha visto. Su piel se llenara de estrías y de leche materna. Sus quehaceres e intereses serán otros. Mirará con ternura a sus mininos y entre gruñidos de fiera los defenderá de la maldad. El gato negro que siempre la rondaba pasará a ser simplemente el macho necesario, al que buscará cuando sus deseos de hembra vuelvan a la vida a través de su piel.
Consolaré a mi novia diciéndole que tarde o temprano verá nuevamente su felina figura trepándose a través de la ventana y sus melosos deseos de caricias se colarán entre sus pies. El cereal en el yogurt será nuevamente su preferido. Y otra vez se esconderá con los restos de comida oriental detrás de la secadora.
Pero que no le pida ya ver escenas eróticas. Porque esta vez su piel querrá ser besada y amada de verdad. Suspirará por sentir la poesía y ver la noche llena de estrellas. Ya no querrá ser mas la dominante, si no la que entregue sus sentidos al beso profundo y cálido del amor. Pienso que si alguna vez decide sentir entre sus piernas el cálido y tierno beso de unos labios femeninos, será porque la vida le ha mostrado tantas cosas y sabe verdaderamente lo que es saberse amada y querida por otra felina.
Doris González
Primero pensé que se trataba de su malcriada manía de dormir al lado de su dueña. O tal vez esa rara costumbre de comer yogurt de fresa con hojuelas de maíz que solo es capaz de aceptar de las manos de su muy apreciada madonna. Seguro no la vio en casa y salió a buscarla.
Hoy me invade la preocupación ya que muy pronto tengo que rendir cuentas de sus actos a la poseedora de sus mimos y malacrianzas, y la verdad no sé que respuesta darle, ya que aparentemente no fui lo suficientemente responsable para cuidarla.
A veces me pregunto ¿Que tanto habrá visto y oído entre estas cuatro paredes sus muy entrenados y felinos sentidos? ¿Cuantas escenas de sexo y entrega, cuantas noches apasionadas y veladas intensas llenas de pasión? Quizás, sigilosamente se robaba los últimos restos de sushi o de pizza y revolcaba su tersa pelambrera entre las sabanas de seda llenas de fluidos corporales y carmín. Quizá conocía cada una de las discretas amantes de mi novia. O lo más seguro es que observaba con indiferencia, mientras acicalaba parte de su cola, cómo entre la sombra de velas y sándalos la dueña de su alimento para animales vestía su piel de cuero y maya y se convertía en la más diestra manipuladora del consolador.
Me imagino que el hastío y el calor del tejado hicieron mella de sus caminatas nocturnas y nuevos senderos esta vez quiere recorrer.
El vecino me ha dicho que entre las viejas cajas de zapatos de su esposa encontró la dulce escena de una camada de mininos, y Berta muy orgullosa hacia gala de sus nuevas siliconas.
Esto en cierta forma me hizo respirar tranquilamente ya que no seré portadora de malas noticias a la abuela de sus hijos ¿Pero como decirle que en esta nueva etapa ya no podrá contar con su mirada discreta y felina? ¿De su pasmosa tranquilidad entre gemidos de placer? ¿De sus sexuales estirones cuando ella indiferente sale desnuda de la ducha? Ya no será lo mismo ya que Berta sentirá de otra forma. Ya no querrá mas ser testigo de lo que hasta ahora ha visto. Su piel se llenara de estrías y de leche materna. Sus quehaceres e intereses serán otros. Mirará con ternura a sus mininos y entre gruñidos de fiera los defenderá de la maldad. El gato negro que siempre la rondaba pasará a ser simplemente el macho necesario, al que buscará cuando sus deseos de hembra vuelvan a la vida a través de su piel.
Consolaré a mi novia diciéndole que tarde o temprano verá nuevamente su felina figura trepándose a través de la ventana y sus melosos deseos de caricias se colarán entre sus pies. El cereal en el yogurt será nuevamente su preferido. Y otra vez se esconderá con los restos de comida oriental detrás de la secadora.
Pero que no le pida ya ver escenas eróticas. Porque esta vez su piel querrá ser besada y amada de verdad. Suspirará por sentir la poesía y ver la noche llena de estrellas. Ya no querrá ser mas la dominante, si no la que entregue sus sentidos al beso profundo y cálido del amor. Pienso que si alguna vez decide sentir entre sus piernas el cálido y tierno beso de unos labios femeninos, será porque la vida le ha mostrado tantas cosas y sabe verdaderamente lo que es saberse amada y querida por otra felina.
Doris González
2 comentarios:
hummm prurrrrrrrurrrrrrrr
sexy! y tierno
qué más puedo querer?
¡un gato para que me consienta y consentir!
prurrrrrrrurrrrrurrrrurrrrr
ronroneos para esos maullidos
pd mi blog sigue sin estrenar sody
Tierno y sugerente, muy sugerente. Me ha gustado mucho.
Un saludo y... cuidado con el gato
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