Toda la noche fuera de la casa. Las vecinas me llamaron y yo sin pensarlo mucho me fui con ellas. ¡Vaya rumba! Después de semejante festín y de tanta actividad física, nada mejor que un buen plato de leche con cereal de esos que me sirve Carlos todas las mañanas, y después a dormir.
Entré por la ventana para no llamar mucho la atención. Llamé a Carlos que estaba limpiando una de las mesas del cafetín. Enseguida vino con mi plato favorito. Mientras comía escuché un llanto familiar, volteé y reconocí a José y a Manuel en una mesa cercana.
Los conozco de hace unos meses, cuando me invitaron a su casa a tomar un delicioso plato de leche tibia y enseguida entendí el tipo de relación que llevaban.
Era algo tormentoso, todos los meses tenían la misma escena en el café. José discutía en voz baja y Manuel sollozaba y se enjugaba las lágrimas. Es una lástima que nunca los entienda, tal vez pudiera ayudarlos de alguna forma.
Intenté decirles algo pero ellos tampoco me entienden a mí. Solo Carlos me entiende.
Terminé mi leche, me di un baño y me acosté ahí mismo sobre la cornisa de la ventana, realmente estaba exhausto, y esta noche tengo otra cita con mis vecinas felinas.
José discute y Manuel llora, Carlos les lleva la cuenta y Manuel voltea la cara para que no lo vea llorar. Manuel saca su billetera y yo cerré ya mis ojos. A dormir... ¡meaow!
Entré por la ventana para no llamar mucho la atención. Llamé a Carlos que estaba limpiando una de las mesas del cafetín. Enseguida vino con mi plato favorito. Mientras comía escuché un llanto familiar, volteé y reconocí a José y a Manuel en una mesa cercana.
Los conozco de hace unos meses, cuando me invitaron a su casa a tomar un delicioso plato de leche tibia y enseguida entendí el tipo de relación que llevaban.
Era algo tormentoso, todos los meses tenían la misma escena en el café. José discutía en voz baja y Manuel sollozaba y se enjugaba las lágrimas. Es una lástima que nunca los entienda, tal vez pudiera ayudarlos de alguna forma.
Intenté decirles algo pero ellos tampoco me entienden a mí. Solo Carlos me entiende.
Terminé mi leche, me di un baño y me acosté ahí mismo sobre la cornisa de la ventana, realmente estaba exhausto, y esta noche tengo otra cita con mis vecinas felinas.
José discute y Manuel llora, Carlos les lleva la cuenta y Manuel voltea la cara para que no lo vea llorar. Manuel saca su billetera y yo cerré ya mis ojos. A dormir... ¡meaow!
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