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…y volvieron. Rubén Blades y Seis del Solar a manera de reseña.

Casi todos los recuerdos de mi infancia están acompañados de una salsa como soundtrack. Casi todas esas canciones son de Rubén Blades. Igual pasa con los recuerdos de mi adolescencia. Igual ocurre con mis recuerdos más recientes. Caras vienen y van, situaciones y experiencias que me han formado y que me han moldeado llevan como cortina musical un Pedro Navaja, una Ligia Elena, una Maestra Vida.

Ir a ver a Rubén Blades en su regreso a los escenarios se trataba de algo más que disfrutar de dos horas de espectáculo musical, de la perfecta ejecución de los Seis del Solar, de la voz inconfundible del quien fuera mensajero del sello Fania alguna vez en la vida, y que hoy es uno de los íconos más grandes de la música latina y mi principal punto de referencia melodioso, poético y lírico.

Asistir al regreso de Blades, acompañado de sus archiamigos del Solar significaba re-encontrar-me conmigo y con mis referentes socio-político-musicales. Era regresar al apartamento del Bloque 7 y 8 de Simón Rodríguez, y verme sentado en el sillón de la casa viendo el acetato de “Canciones del Solar de los Aburridos” dando vueltas en mi tocadiscos portátil mientras mi abuela preparaba algo divino en la cocina.

Era volver a montarme en las tablas, bailando, cantando y actuando en aquella aventura satisfactoria que resultó ser el musical “Maestra Vida” en el que participé con el grupo teatral Gremio en Teatro San Martín. Era reencontrarme con los inicios del romance con la que hoy es mi compañera de vida. Era regresar a aquellas conversaciones extrañamente profundas para un chamo de 11 años, con Roberto Rujano, compañero de clases que también seguía las letras de Rubencito., analizando por qué Blades llamaba “Guayaba” a las mujeres, por qué la canción GDBD (Gente despertando bajo dictadura) parecía la primera escena de una película, descubrir que en Plástico, al finalizar la lista de países latinos Rubén también llamaba al Barrio y a la Esquina a estar presentes en una lucha que seguramente no entendíamos del todo, pero estábamos a punto de hacerlo.

Y resulta que sucedió. Rubén entregó su cargo de Ministro y, luego de darle un gran espaldarazo a la carrera de Calle 13, inició una gira de regreso a los escenarios llamada “Todos Vuelven”. Porque sí, todos volvieron, Rubén y los seis de siempre.

Rubén no dejó en ningún momento de acariciarnos el ego a los venezolanos, nombrando personalidades que admira y que, como él, regresaron a su mente al pisar suelo venezolano. Un país al que quiso homenajear empezando el concierto con el Intro del tema Contrabando y más tarde con María Lionza. Y fue así como Rubén agradeció a Venezuela haberle dado un motivo de orgullo a toda Latinoamérica con Gustavo Dudamel. Detalles como nombrar a Luis Aparicio y acto seguido proyectar una imagen del pelotero en las pantallas, o recordar varias veces su amistad con César Miguel Rondón, no dejaron de suceder en su show.

El Padre Antonio, Cuentas del Alma, Decisiones, Amor y control, Buscando Guayaba, Plantación Adentro, Ligia Elena, Juan Pachanga sonaron y contribuyeron a que ese reencuentro al que acudí, se diera en los mejores términos.

Maestra Vida entró con la muy joven voz en off de César Miguel. Y mi cámara se prendió para grabar lo que sería un minuto de No Silencio para la memoria de mi hermano Danilo Cerezo, con quien compartí escenarios diversos y variopintos entre los que estuvo aquella pieza teatral que ya mencioné.

En el momento más íntimo del concierto, Rubén nos obsequió una versión hermosa, acústica y solitaria de Adán García, dónde solo la guitarra y el coro del público acompañaron al cantante. Como en algunos viejos tiempos, cuando guitarra en mano, Blades buscaba la aceptación de algún sabelotodo de la industria que viera talento en él y provecho en su propuesta. Todo(s) vuelve(n).

Patria (dedicado especialmente a Venezuela con el tricolor en todo su esplendor en las pantallas) y Buscando América, fueron la gota que hicieron derramar mis lágrimas. Porque cuando tenía once años, escuchaba esa canción pensando en una lucha ajena que no sospechaba que más adelante podía ser propia. Rubén recordó las dictaduras de Argentina y Uruguay, y de cómo esa canción retumbó en las narices de los dictadores en vivo y directo. Y en el momento más políticamente incómodo del concierto, dedicó indirectamente el tema a Honduras. Reflexionó sobre su reciente incursión como funcionario público y declaró, convencido y casi ordenando que ¡Se puede!: “La corrupción se elimina sustituyéndola, no solo criticándola”.

Finalmente, Seis del Solar entonaron los acordes de Pedro Navaja, no sin antes escuchar a Blades reconocer que no podían irse del escenario sin tocar el legendario tema, el más vendido de la historia de la salsa, para cerrar, otra vez como en los viejos tiempos, con la versión de Muévete de Los Bam Bam, algo que inminentemente iba a hacerme rememorar el cierre del Concierto por la Paz en Cuba.

Cansado y con los pies adoloridos, pero sobre todo, con los sentimientos removidos, llegué a mi casa, entré en Twitter a ver que había pasado en mi ausencia, y con bastante agrado pude leer que Calle 13 convenció hasta a los más escépticos asistentes con su concierto en el Sambil, y que finalmente en Honduras hubo humo blanco. ¿Habrán escuchado por allá algo de la melodía de Buscando América?

Marc Anthony… uhm, sí, cantó bonito y jamás habló con el público. Pero no quiero reseñar la arrogancia. Solo cabría mencionar que colocar a Marc cerrando el concierto me pareció una falta de respeto para con el Maestro Blades.