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Por partida triple (o Los puestos de la montaña rusa son de a tres)

Pues, como recompensa a la larga etapa de silencio que invadió a este blog, aquí les vengo con una publicación triple, 3 en 1, igual de interesante que un trio, tres texto diferentes que los van a tener distraidos de sus tareas por los próximos días.

A-compleja-2 (Un texto de anti-ayuda): Es el post principal de esta entrega. Espero que no se vean reflejados en estas líneas, y sí es así, disculpa pero debes hacer algo por cambiar tu actitud.

Equilibrio, piel y alma: Breve reseña doble sobre mi reciente visita al Museo de las Piedras y la inauguración de la exposición de Spencer Tunick en el MAC.

Noche Gris:
Otro cuentico viejo, pero bueno. Siguiendo el estilo felino de Maullidos, pero este sí es mi autoría.

Sin más que agregar, ingresen en el que más les llame la atención y no dejen de comentar, que para eso esto es un blog, ¿no?

A-compleja-2 (Un texto de anti-ayuda)

Existe un límite casi imperceptible entre el fracaso y el éxito. Dicho límite está marcado por un simple estado mental. El fracaso es un problema básico de autoestima que ha provocado el auge de los libros y las conferencias de autoayuda de manos de unas personas que cobran millones por decirte lo que ya deberías saber (y lo sabes) Estoy seguro de que dichos libros y conferencias no sirven de nada. No conozco al primer seguidor de Deepak Chopra o de Conny Méndez que se haya hecho millonario luego de leerlos. Los que lo son, ya lo eran antes de comenzar a leer “Padre Rico, Padre Pobre” o “La culpa es de la Vaca”, o en el peor de los casos, los millonarios son los mismos autores de estos libros que se enriquecen a punta de ventas literarias y de dictar conferencias.

Un estado mental subdesarrollado es el gran problema que tenemos como país, por eso somos una nación acostumbrada a los medios triunfos y a que nos digan lo que tenemos que hacer (cosa que se ha incrementado últimamente) Desde hace un tiempo vivimos anclados en el éxito trasnochado de reinados de belleza de antaño y en jugadores de béisbol que se olvidan de su país y cambian la cara de Bolívar por la de Washington -cuando no la nacionalidad en un mismo combo -, y si logramos éxito en algo, olvídense, pasarán al menos diez años más para volver a lograr “la hazaña” (porque hasta en eso nos ponemos inferiores, nuestros logros son “hazañas”) Y todo gracias al estado de mediocridad mental.

No conforme con esto, sufrimos un grave complejo de inferioridad que se protege tras una especie de superioridad supuesta que no nos permite surgir. En dos platos, nos creemos tan poca cosa, que tenemos que acudir a la arrogancia para poder sentirnos menos inferiores.

Este grave problema trae como consecuencia que no nos desarrollemos en áreas en las que tenemos talento de sobra. Por ejemplo el turismo. Poseemos los más diversos, ricos y atractivos paisajes, las construcciones coloniales más colosales, pero la peor gente. Gente que solo piensa en cómo aprovecharse del ‘care’musiú’ ese que le pidió que lo llevara en su taxi hasta el hotel cinco estrellas donde se aloja, o del tipo ese con pinta de ‘platúo’ que le compra mercancía en su puesto de souvenirs y se la vende dos veces por encima del precio al que lo ofrece normalmente. Y es que nos falta cultura de servicio, porque ¿yo servir a alguien? ¡Si yo tengo petróleo, misses y grandes ligas! ¿Que te pasa?

Pero hay otros casos que asustan. Creo que pocos países como el nuestro cuentan con un apoyo tan paternal para producir cine o para crear música. Los cineastas cuentan con el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cine), los grupos de música Pop & Rock cuentan con fundaciones y festivales como el Nuevas Bandas. Y en todo caso, si no tuvieran ese apoyo (o si el apoyo jodiera más de lo que ayuda, como en efecto muchas veces ocurre), cuentan con la tecnología de hoy en día para propagar su arte. Entonces, ¿Por qué la industria de cine nacional no surge? ¿Por qué existen tantos grupos talentosos que no terminan de salir del garage? Simple, complejo de inferioridad.

Y ahora vengo con los ejemplos.

Hace poco tuvimos la penosa tarea de analizar una pieza de cine documental nacional en la cátedra de Cine en mi Universidad, pero la pena no fue analizar las películas, sino buscar una que estuviera disponible al público, así, tan fácil como se consigue un documental de Michael Moore, pero no, el cine documental venezolano es tan importante y está tan protegido, que se necesita “la autorización por escrito del autor de la película para obtener una copia en VHS” (palabras de la persona que nos atendió en el CNAC). Realmente la producción nacional de cine está muy protegida de males como la piratería, tanto, que no se consiguen las películas. Se sorprenderán, los invito a entrar en la página de cine venezolano Visor y listen los documentales producidos en el país en los últimos cinco años: ¡Cientos! ¿Cuántos has visto tú? ¿Saben que fue lo mejor que le pasó a los chamos de Petare que filmaron “Azotes de barrio? Que la película haya llegado a los buhoneros. Estoy seguro que su película fue la más vista durante esa época, y a fin de cuentas ¿no se hacen películas para que la gente las vea? ¿Es cuestión de dinero? Entonces mejor que se dediquen a producir cortos publicitarios. Eso si que da real rápido. De otra forma ni se van a hacer ricos en dos días, ni van a dejar que el cine nacional surja.

Recientemente leí una entrevista que le hicieron al grupo Los Telecaster (no los conoces, ya sé). En dicha entrevista el vocalista en un tono crítico bastante duro señaló que en Venezuela existe un “culto a lo underground que es asqueroso”, sumado a una “actitud sabrosona” del público que asiste a los toques, a eso yo le sumaría el miedo de los músicos a tener éxito gracias a lo que vengo diciendo sobre el complejo de inferioridad. Hace unas semanas asistí a un concierto en el Centro de Arte La Estancia, tocaban los grupos Skin y Pzoom. La vocalista de Pzoom anunciaba con visible emoción la rotación de su video musical en el canal MTV, e invitó a los asistentes a entrar en la página del canal para votar por el video en cuestión para que éste pasara a “rotación normal”. Al terminar el concierto escuché esta frase lamentable de boca de una rockerita emo: “¿tu crees que yo voy a perder mi tiempo en Internet votando por ellos? Naaah…” ¿Y sí se quitara esa actitud pseudo-contestataria pre-fabricada y apoyara la música que escucha? ¿Y si la mitad de los que fueron a ese concierto lo hicieran? ¿No cambiarían las cosas?

Un último ejemplo. La última semana me dediqué a hacer una investigación para sustentar este texto. Entré en los “My Space” de los grupos nacionales que tengo agregados como amigos, allí hice un conteo de las canciones que tienen en sus respectivos espacios y cuántas de esas canciones estaban disponibles para descargar al computador. De esta manera, pretendo yo, medir el grado de motivación que tienen dichos grupos de ser escuchados, basado en la idea de que como la mayoría de ellos no tienen una producción discográfica en la calle y en todo caso, se trata de grabaciones hechas por sus propios medios, tengan la intención de darse a conocer por lo que hacen (su música). Bien, de 26 grupos analizados, el 100% tienen canciones en sus páginas (¡Bien!), hay un total de 96 canciones en suma, lo que da un promedio de 4 canciones por cada grupo (una muestra muy representativa de lo que pudiera ser una producción discográfica completa). Pero aquí va la mala noticia: solo 33 canciones en total estaban disponibles para descargar al computador, es decir, un 30% aproximadamente y un promedio de 1,3 canciones por grupo. Solo seis grupos tienen todas las canciones disponibles para bajar a la computadora.

Las canciones que estaban disponibles para descargas están ahora en la memoria de mi reproductor de MP3 y se encuentran desde hoy en el Playlist de este blog (como recompensa a los grupos que si desean ser escuchados). Al final de este post les detallo en un cuadro los numeritos de mi estudio cuasi-científico.

Al final de todo ¿a que quiero llegar? Ahí voy: Tenemos que quitarnos de encima el miedo a progresar, dejar a un lado la actitud arrogante y la viveza criolla que solo demuestran la mentalidad mediocre que tenemos como sociedad. Señores, ya no vivimos en la época del “tá’barato, dame dos”, y hace mucho que pasó aquel fatídico “viernes negro”. Hoy tenemos las mejores herramientas para contar solo con nosotros mismos para saltar del escondite donde nos refugiamos. Además del potencial que tenemos en áreas como el turismo, el cine y la música, por no nombrar otros tantos talentos que tenemos los venezolanos. Dejemos el miedo, dejemos de depender de las decisiones de otros y salgamos adelante como país de una vez por todas por nuestro propio esfuerzo individual. Lo único malo que puede pasar es que Paulo Cohelo se tenga que dedicar a otro oficio porque nadie necesitará de su “autoayuda”.

Grupo

Nº canciones en My Space

Nº canciones disponibles para descarga

Porcentaje

Sonica

3

0

0,0%

Billysefue

3

3

100,0%

Lado B

4

1

25,0%

La Puta Eléctrica

1

0

0,0%

Candy 66

3

1

33,3%

Los Mentas

4

4

100,0%

Los Amigos Invisibles

4

0

0,0%

PapaShanty SaundSystem

6

0

0,0%

Pzoom

2

1

50,0%

Cachicamoconcaspa

5

0

0,0%

Chucknorris

4

0

0,0%

Verona

4

1

25,0%

Phono Wataka

4

4

100,0%

Mochuelo

4

4

100,0%

Negust Nagast

4

0

0,0%

Samantha Dagnino

4

0

0,0%

Sincrónica

4

0

0,0%

Los Oceánicos

4

3

75,0%

Toxic Hoffman

4

0

0,0%

Sentimiento Muerto

4

0

0,0%

Bélica

4

1

25,0%

Desórden Público

4

1

25,0%

Los Pixel

4

4

100,0%

Skin

2

0

0,0%

La Seguridad Nacional

4

4

100,0%

La Misma Gente

3

1

33,3%

Total

96

33

34,4%


Equilibrio, piel y alma

En este espacio me va a tocar ponerme en una onda de “agenda cultural”, y casi llegando a imitar a Valentina Quintero con su bitácora. Es que hay un par de eventos que tuve la dicha de experimentar (o asistir) y quiero compartirlo con ustedes en una breve reseña.

Lo primero es que hace unos días, a propósito de celebrar doce años de amores y desamores con mi esposa, fuimos al Museo de la Piedras en Galipán, Parque Nacional El Ávila.

Este Oasis está escondido en la montaña más importante que tenemos en Caracas, y es una excelente vía de escape para el ruido y el estrés citadino.

El Museo de las Piedras es un museo de arte ecológico, ya que utiliza material de la naturaleza para crear sus piezas y además permite la interacción del visitante con las mismas. Por esta razón se debe entrar descalzo al museo. Además de no llevar zapatos, existen otras dos reglas para poder entrar a este templo del equilibrio: Debe haber al menos una mujer en el grupo que va a ingresar y nadie puede llevar reloj. Así que los machistas y los impacientes no tienen cabida en este museo.

El creador de este museo es el artista Zóez, quién se ha dedicado a realizar diversas esculturas con piedras traídas del mar. Las esculturas, según palabras del artista, son representaciones de sus sueños, sueños que nos adentran a un mundo de reflexión, de energía y sobre todo de equilibrio, equilibrio al que Zóez nos invita a formar parte.

Hay un manual de conducta que contiene 16 leyes (enumeradas desde el 0) que Zóez llama “Leyes dimensionales”, son leyes que de principio parecen imposibles por su largo alcance, y es que están hechas así adrede. El artista piensa que el ponerse leyes sin límite le permite mantenerse en continuo movimiento hacia su superación, ya que el conseguir todo lo que se propone supone para él la muerte. Me llamó la atención la ley número IV que indica: “La creación de la conciencia es a través de la comunicabilidad” ¿Hay comunicación?”… esa es una pregunta que toda la vida ha rondado mi cabeza.

La buena noticia es que el museo tiene habitaciones disponibles para los que quieran quedarse allí una o varias noches, de hecho, las visitas al museo no tienen horario, pero si vas a ir en una hora fuera de lo común, debes al menos llamar y reservar. La mala noticia es que los precios no son muy amigables que digamos, si van a comer al restaurante del museo que se llama Maia, puede que se les quite el hambre al ver la carta. Sin embrago, la experiencia bien vale la pena.

Por otro lado, el pasado fin de semana fue inaugurada (por fin) la muestra Spencer Tunick. Ciudades desnudas: Caracas en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Finalmente los que participamos esa madrugada del 19 de marzo (hace más de un año) pudimos ver que tan fotogénicas resultaron ser nuestras pieles.

El resultado fue cinco fotos excelentes, tres extraídas de la pose multitudinaria de la avenida Bolívar y dos tomadas en distintos lugares de la ciudad con grupos reducidos escogidos por el fotógrafo. Al entrar a la sala, salta a la vista una gigantografía de una de las fotos de la avenida Bolívar, donde se invita a los participantes a buscarse y poner su nombre sobre su imagen, en esa foto yo no salgo.

Luego hay una exposición de fotos de trabajos hechos por el artistas en otros países y una sala acondicionada a un estilo lounge para que los visitantes observen cómodamente el video oficial de la instalación.

La exposición fue una vía para que, los que participamos en la instalación, recordáramos los momentos que vivimos aquel día en que Caracas quedó en Piel y Alma parada frente a Bolívar. Hay rumores de que Tunick va a volver a repetir la experiencia en el puente sobre el Lago de Maracaibo, tal vez me anime y vaya, ¿alguien se anota conmigo?

Spencer estuvo en la sala firmando autógrafos y dejándose fotografiar por los medios. Unas breves palabras de la vice ministra de cultura dieron por inaugurada la exposición que va a estar abierta hasta el 27 de octubre, por lo que tienen chance de irse un fin de semana para admirar nalgas criollas hechas arte.




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Greenpeace desnuda los glaciares suizos

Noche Gris

Toda la noche fuera de la casa. Las vecinas me llamaron y yo sin pensarlo mucho me fui con ellas. ¡Vaya rumba! Después de semejante festín y de tanta actividad física, nada mejor que un buen plato de leche con cereal de esos que me sirve Carlos todas las mañanas, y después a dormir.

Entré por la ventana para no llamar mucho la atención. Llamé a Carlos que estaba limpiando una de las mesas del cafetín. Enseguida vino con mi plato favorito. Mientras comía escuché un llanto familiar, volteé y reconocí a José y a Manuel en una mesa cercana.

Los conozco de hace unos meses, cuando me invitaron a su casa a tomar un delicioso plato de leche tibia y enseguida entendí el tipo de relación que llevaban.

Era algo tormentoso, todos los meses tenían la misma escena en el café. José discutía en voz baja y Manuel sollozaba y se enjugaba las lágrimas. Es una lástima que nunca los entienda, tal vez pudiera ayudarlos de alguna forma.

Intenté decirles algo pero ellos tampoco me entienden a mí. Solo Carlos me entiende.

Terminé mi leche, me di un baño y me acosté ahí mismo sobre la cornisa de la ventana, realmente estaba exhausto, y esta noche tengo otra cita con mis vecinas felinas.

José discute y Manuel llora, Carlos les lleva la cuenta y Manuel voltea la cara para que no lo vea llorar. Manuel saca su billetera y yo cerré ya mis ojos. A dormir... ¡meaow!

Maullidos


He tenido abandonado este blog. Pero no significa eso que he abandonado la blogosfera. Las exigencias académicas y la situación política reciente me han hecho migrar a otros proyectos no menos importantes que este. INcorporación y ProMedio han ocupado mis pocas horas libres.
Hoy les traigo a modo de pre-despacho, un cuento escrito hace algunos años por una querida amiga venezolana radicada en Punta Cana. "Maullidos" desnuda a su autora en una suerte de reflexión maternal inspirada, según ella misma, en el embarazo de mi esposa. Espero que les guste. A mi me atrapó desde el primer momento.

Maullidos


La gata de mi novia está perdida. La última vez que supe de Berta escuchaba sus coquetos maullidos por debajo de la cama, metida entre los viejos suecos de color beige tirados en el fondo.

Primero pensé que se trataba de su malcriada manía de dormir al lado de su dueña. O tal vez esa rara costumbre de comer yogurt de fresa con hojuelas de maíz que solo es capaz de aceptar de las manos de su muy apreciada madonna. Seguro no la vio en casa y salió a buscarla.

Hoy me invade la preocupación ya que muy pronto tengo que rendir cuentas de sus actos a la poseedora de sus mimos y malacrianzas, y la verdad no sé que respuesta darle, ya que aparentemente no fui lo suficientemente responsable para cuidarla.

A veces me pregunto ¿Que tanto habrá visto y oído entre estas cuatro paredes sus muy entrenados y felinos sentidos? ¿Cuantas escenas de sexo y entrega, cuantas noches apasionadas y veladas intensas llenas de pasión? Quizás, sigilosamente se robaba los últimos restos de sushi o de pizza y revolcaba su tersa pelambrera entre las sabanas de seda llenas de fluidos corporales y carmín. Quizá conocía cada una de las discretas amantes de mi novia. O lo más seguro es que observaba con indiferencia, mientras acicalaba parte de su cola, cómo entre la sombra de velas y sándalos la dueña de su alimento para animales vestía su piel de cuero y maya y se convertía en la más diestra manipuladora del consolador.

Me imagino que el hastío y el calor del tejado hicieron mella de sus caminatas nocturnas y nuevos senderos esta vez quiere recorrer.

El vecino me ha dicho que entre las viejas cajas de zapatos de su esposa encontró la dulce escena de una camada de mininos, y Berta muy orgullosa hacia gala de sus nuevas siliconas.

Esto en cierta forma me hizo respirar tranquilamente ya que no seré portadora de malas noticias a la abuela de sus hijos ¿Pero como decirle que en esta nueva etapa ya no podrá contar con su mirada discreta y felina? ¿De su pasmosa tranquilidad entre gemidos de placer? ¿De sus sexuales estirones cuando ella indiferente sale desnuda de la ducha? Ya no será lo mismo ya que Berta sentirá de otra forma. Ya no querrá mas ser testigo de lo que hasta ahora ha visto. Su piel se llenara de estrías y de leche materna. Sus quehaceres e intereses serán otros. Mirará con ternura a sus mininos y entre gruñidos de fiera los defenderá de la maldad. El gato negro que siempre la rondaba pasará a ser simplemente el macho necesario, al que buscará cuando sus deseos de hembra vuelvan a la vida a través de su piel.

Consolaré a mi novia diciéndole que tarde o temprano verá nuevamente su felina figura trepándose a través de la ventana y sus melosos deseos de caricias se colarán entre sus pies. El cereal en el yogurt será nuevamente su preferido. Y otra vez se esconderá con los restos de comida oriental detrás de la secadora.

Pero que no le pida ya ver escenas eróticas. Porque esta vez su piel querrá ser besada y amada de verdad. Suspirará por sentir la poesía y ver la noche llena de estrellas. Ya no querrá ser mas la dominante, si no la que entregue sus sentidos al beso profundo y cálido del amor. Pienso que si alguna vez decide sentir entre sus piernas el cálido y tierno beso de unos labios femeninos, será porque la vida le ha mostrado tantas cosas y sabe verdaderamente lo que es saberse amada y querida por otra felina.

Doris González