Lo más leído...

Una vida y dos Maestros

  Prólogo

Tendría yo unos 12 u 11 años cuando escuché por primera vez Maestra Vida. Vivía en La Vega, y escuchar a Rubén Blades pasó del recuerdo de los LP’s de mis primos en el apartamento del Bloque 7 y 8 de Simón Rodríguez, a ser una forma de acercarme más a esos momentos. Aquella promesa de mudanza temporal “por solo quince días” llevaba ya más de cinco años, y ciertamente extrañaba las tardes con mi Abuela, escuchando música en el tocadiscos portátil que guardaba en mi cuarto.

En Simón Rodríguez solo habían tres discos de Rubén: Siembra, Canciones del Solar de los Aburridos y Buscando América. También estaba Fantasmas de Willie Colón, y algunos otros “singles” (“discos chiquitos”, le decíamos a los famosos SP’s de 45 rpm) del sello Fania. Ya en La Vega, con la nostalgia ‘a tres tablas’ y la crisis de una adolescencia sazonada con Barrio, matinés, jevitas escurridizas y fáciles, amigos y compañeros de calle, Rubén pasó de ser una simple anécdota de infancia, a ser la excusa para regresar a ella. En el ínterin, las letras de sus canciones fueron llenando un espíritu rebelde en plena evolución. Muy pocos compañeros de clases y amigos compartían el gusto. Bailábamos la “salsa erótica” de la época, y algunos gustaban de la “salsa vieja”, de los clásicos Héctor Lavoe e Ismael Rivera. Más allá de “Pedro Navaja”, Rubén no parecía ser el favorito de mi grupo etario. Salvo una persona, Roberto Rujano se llamaba, quién también había hecho su parte prestando atención a la poesía urbana de protesta de Blades. Cuando descubrimos el gusto compartido, comenzó una aventura no muy común para chamos de nuestra edad: una suerte de análisis de discurso muy empírico e inocente sobre la música de Rubén.

- ¿Tú sabías que cuando Rubén dice que está “Buscando Guayaba” en realidad lo que dice es que está buscando jeva?
- ¿Coño en serio? (Coloco el disco) ¡Ah! Ahora si entiendo la vaina. En estos días escuché el disco “Live”, y hay una parte de la improvisación de Pedro Navaja que me pareció como un mensaje…
- ¿Cuál?
- Dice “Si tu quieres saber qué pasó en realidad, oye Sorpresas y tú verás…” ¿Será que Pedro Navaja tiene una segunda parte?
- No se… hay que averiguar.

No recuerdo exactamente cuándo apareció Maestra Vida en el repertorio, pero si se que fue uno de los discos que más escuché. Pasaba tardes enteras participando como oyente en la historia de las tres generaciones Da Silva: Carmelo, Ramiro y Rafael. Escuchaba la historia y sentía que era mía. No se por qué, nada de lo que Rubén cantaba había sido experimentado por mi, pero de alguna forma me sentía identificado con Rafael, buscando la historia de su árbol genealógico y descubriendo una vida sumamente dramática y hermosa. Esas tardes siempre se hacían acompañar de lágrimas. El segundo disco me afectaba mucho, sobre todo la manera en que Carmelo muere, sin noticias de su hijo y con el recuerdo de Manuela en su puño, “qué triste llegar a viejo llorando”. El final era muy hermoso y muy significativo en medio de las carencias de cualquier chamo adolescente de barrio: “Hay que vivir, a pesar de los problemas hay que vivir…”, una vida que te da y te quita y de la que siempre nos sobrevivirá la descendencia, el hambre, la miseria y la esperanza.

Algunos años después, aquellos episodios se fueron materializando en un proyecto teatral. En el año 1989 comencé a hacer Teatro, y algunos años después sugerí a mi Director de entonces que montáramos Maestra Vida en las tablas. Esa sugerencia se hizo realidad en 1996 gracias a alguien al que también se le había ocurrido: Neill Castro del Grupo Teatral Gremio. La obra se montó y fue uno de los montajes que más disfruté en mi vida. Tiempo después Rubén vino a Venezuela, y yo me lancé al Hotel Caracas Hilton dispuesto a tocarle la puerta de su habitación para entregarle un VHS con la grabación del montaje, y algunos afiches y fotos. La suerte estuvo de mi lado. Rubén estaba dando una Rueda de Prensa y salió por la puerta principal del salón. Le entregué el material y le pedí que me autografiara uno de los afiches: “Gracias por esto – me dijo – seguro vas a recibir respuesta de esto, tarde tal vez, pero seguro”.

Capítulo único 

Aunque en algún momento parecía que el destino iba a burlarse de mi, finalmente pude comprar mis entradas para ir a La Carlota junto a mi esposa e hija a ver al propio Rubén interpretando lo que seguramente considera su máxima obra. Maestra Vida es una obra política, Rubén Blades es un artista político, que además cantó temas contra la dictadura en países donde las había en ese momento. No creo que Rubén haya escogido a Venezuela y a Dudamel por casualidad. Los días previos al evento en La Carlota sucedieron como una partida de ajedrez político que quedará para el anecdotario histórico de la música latinoamericana. Al rumor de veto a César Miguel Rondón lo siguió el de la prohibición por parte de Blades y De Vita para la transmisión por Tves. Sin duda alguna, asistimos a un gran capítulo de la música urbana y de la cultura latina. Era la segunda vez en la historia que Rubén interpretaba en vivo la “Ópera Salsa” que escribió en los años 70.

Lamentablemente la empresa organizadora del evento no supo (o no quiso) comunicar exactamente lo que iba a suceder. Jamás hablaron de una “Ópera Salsa”, jamás hablaron de una “obra”. Hablaron de un concierto llamado “Viva la música”, con el subtítulo “Maestra Vida” que bien pudo haber sonado a “Todos Vuelven”, el nombre de la gira anterior de Blades. Metieron a Franco De Vita en el programa, que de verdad hizo un show muy bueno, muy completo y de alto nivel, pero que lamentablemente dentro del contexto de lo que significaba “Maestra Vida” con Rubén y Dudamel, sobraba y confundía aún más.

El show arrancó a las 3:00 pm aproximadamente, Maestra Vida empezó cerca de las 9:00 pm. Mucha gente acudió esperando un concierto de Rubén Blades, con sus temas más conocidos y quizás a un Dudamel dirigiendo el Mambo de Bernstein. En la cola del baño se le escuchó a alguien decir que esperaba escuchar María Lionza, y aunque Rubén sí la cantó junto a la Orquesta Latino – caribeña, fue un “bonus” abreboca al evento central de la noche. De las personas que nos rodeaban, solo dos además de mi esposa y yo, cantamos las canciones de la obra Maestra Vida. La gente que estuvo desde temprano se estaba enfrentando a una verdadera prueba de resistencia y no todos decidieron pasarla. Esa misma gente que no esperaba, o simplemente no conocía esa “Ópera Salsa” llamada Maestra Vida, empezó a abandonar La Carlota sin haber terminado el primer acto.

Acerca de la organización como tal, creo que hubo muchos detalles que dejaron qué desear. Se habilitaron varios corredores peatonales para acceder a La Carlota, pero solo dos de ellos daban directamente a la entrada de la base aérea. Así que encontramos una cola enorme desde Altamira que los que llegamos desde otros puntos debimos tomar desde el final, a menos que quisiésemos enfrentar a los que empezaban a gritar “coleones” y corriéramos el riesgo de ser sacados de la cola por la policía. La requisa y el decomiso de objetos por seguridad rayó en lo ridículo. Se quedaron con el brillo labial de mi esposa, “a esto le puedes sacar filo y herir a alguien”, me dijo el chamo uniformado antes de echarlo a una bolsa negra de basura. Parece que a estos panas los entrenan haciendo requisa a los visitantes del Rodeo I y II. Por otra parte, uno se pone suspicaz con eso de no dejar pasar botellas también "por seguridad", y ver luego que adentro te venden agua carísima y... en botellas. El sonido no fue suficiente para una asistencia esperada de 200 mil personas. La gente al final del área del concierto no escuchó bien, y eso estuvo muy mal.

Para mi el concierto empezó con la entrada al escenario de la Orquesta latino-caribeña. Una orquesta que me dejó gratamente sorprendido, y que me trajo recuerdos de aquellos años que no viví con la Fania, pero que disfruté a través de videos en televisión. La ejecución de la Sinfónica y la latino-caribeña fue impecable. Rubén debió estar muy feliz. Yo lo estaba. Fue mágico y maravilloso. Rubén subió al escenario, como suerte de Prólogo de la obra, para interpretar junto a la latino-caribeña un par de temas: “María Lionza” y “Decisiones”.

Y finalmente empezó. Bajo la batuta de Dudamel, comenzaron los acordes de la Obertura de Maestra Vida.

Comenzó la historia, narrada por Rubén quién a pesar de ser actor la verdad no imprimió las inflexiones de una buena lectura dramática. César Miguel, ¡cuánta falta hiciste! Tal vez fue adrede. Antes de empezar, Rubén recordó a su amigo venezolano, al mismo que le confió su intimidad hace años. Al mismo que sabe historias de Rubén que ninguno de sus fanáticos conocemos. Para los fanáticos de Rubén, Maestra Vida sin César Miguel estaba incompleta, lo sabíamos, pero igual había que estar. Pero esa queda pendiente Rubencín, ese clavo hay que sacárselo. Rubén también agradeció el “apoyo logístico” del Gobierno venezolano, y aunque su voz no sonó convencida, se dejaron escuchar aplausos de los que escucharon agradecimiento al apoyo logístico no del Gobierno, sino de Chávez.

De la primera parte destacaron “Nació mi niño” y “Yo soy una mujer”, esta última contó con la participación de una de las cantantes de la Orquesta latino-caribeña haciendo la parte de Manuela. Voz impecable y a la altura del compromiso. En "Nació mi niño" hubo un solo de cuatro venezolano, además hubo un sutil pero inteligente cambio en la letra. Ya Carmelo no pide a Dios que su hijo no le salga "marica", sino que no le salga cobarde. Muy bien.






Rubén escogió un tema personalísimo y elocuente para el intermedio: “Patria”. La gente se emocionó con varios pasajes de su letra. Nuestra realidad política, la narración de la letra de “Déjenme reir (para no llorar)” y de “Patria”. Insisto: no fue casualidad que Rubén nos escogiera.

En el segundo acto volví a mi adolescencia. Me vi en la cama de mi cuarto, escuchando Maestra Vida en el “picó” de mi Mamá, y no pude evitar volver a llorar. 22 años después, volví a llorar la muerte de Carmelo Da Silva. Esta Maestra Vida fue tan venezolana, que tuvo un solo de cuatro en "Nació mi niño" y el mismo cuatro estuvo marcando la melodía en la pieza final de la obra. Maestra Vida camará’, que en Venezuela igual te quita y te dá.

“Hay que vivir” no sonó. El final lo marcó “Maestra Vida” y Rubén visiblemente emocionado, agradeció a Venezuela haberle dado la segunda oportunidad en su vida de interpretar su obra en vivo. Dudamel le puso la medalla del “Sistema” a Rubén, y así culminó el momento más emotivo de todo el show.

Epílogo

Hubo Bis. Rubén y Dudamel regresaron al escenario para interpretar “El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés” y “Pedro Navaja”. En “Pedro Navaja”, los músicos (incluyendo a Dudamel) se pusieron lentes oscuros. Rubén no paraba de reír, lo sorprendieron. Mal por los impacientes (y si se quiere ignorantes) que no supieron esperar y se fueron de manera precoz.

Mi hija resistió, en algún momento sentí que íbamos a tirar la toalla. Pero ahí estuvimos hasta el final. El reloj marcaba las 11:22 pm cuando finalmente tomamos un taxi directo para la casa, siguiendo la petición de Rubén al despedirse: “Lleguen sanos y salvos”.

Mi espalda me dolía, mis pies no aguantaban un paso más. No soy el mismo de antes, mi historia también ha avanzado. El 22 de julio de 2012 fue un día histórico para la salsa, un día histórico para la música latina, y sin duda, un día histórico para la política venezolana. Algún día conoceremos los intríngulis de lo que no supimos. Me quedo con el mayor activo de la noche, el del recuerdo de dos Maestros interpretando a la Maestra de todos, y uno de los soundtracks más importantes de mi vida.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Yimmi...hermosa reseña, tu visión íntima me erizó la garganta, me aguó la piel y se me hizo un nudo en los ojos...Realmente tu, mas allá de los obstáculos, disfrutaste el concierto. Obviamente era entre tu y Maestra Vida...lo demás fue irrelevante. Eres en ese sentido un maestro, que me recuerda la película "La vida es bella" donde el padre del niñito, hace de tripas corazón para que a pesar de la realidad, el niño vea lo esencial, ese día fuiste un verdadero "Principito"... Gracias por regalarnos esa hermosa nota, que nos pone en perspectiva y nos alecciona de como sacar jugo de la fruta mas seca.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ricardo Andrade dijo...

Hermosa y conmovedora reseña, Yimmi !!! Definitivamente, fue un altísimo privilegio ser testigos de esa constelación, y ahora tus recuerdos vienen a nutrir mi propia experiencia. Los recordé mucho todo el tiempo y con mucha emoción. Un fuerte abrazo!! Que vivan la música, la vida y la gente nuestra!

Juan Carlos dijo...

Lloré contigo mi pana. Lo viví, los oí y vi a Rubén riendo. Mi último buen recuerdo? El compartir del 2009 en el poliedro, mala organización, pero excelente audio. Como los quiero y recuerdo bonito a cada uno de los reunidos esa noche. Gracias hermano por compartirme toda la fuerza de la experiencia. Un abrazo!

Juan Carlos dijo...

Lloré contigo mi pana. Lo viví, los oí y vi a Rubén riendo. Mi último buen recuerdo? El compartir del 2009 en el poliedro, mala organización, pero excelente audio. Como los quiero y recuerdo bonito a cada uno de los reunidos esa noche. Gracias hermano por compartirme toda la fuerza de la experiencia. Un abrazo!

Unknown dijo...

Que hermosa historia has compartido con nosotros! Cuánta emoción y cuántos sentimientos a flor de piel! Me hiciste llorar de nuevo... Yo estuve allí, en la tarima con el Maestro... Gracias por mencionarme, de verdad muuuuchas graciaaas!!! Fue la mejor experiencia de mi vida, inmensamente agradecida con el Cielo estoy... Un abrazo!

Alexandra Ochoa dijo...

Muchas gracias!!... lo personal que se funde con lo onírico y las cosas lindas de la vida.. es justamente lo que nos regalas con tus letras, y lo que vivimos quienes disfrutamos el concierto en su explendor ese día!... Mas que un concierto, fue un encuentro maravilloso!